Nuestras Mentiras  

martes, 11 de noviembre de 2008

La tenía entre mis brazos y ella me tenía entre los suyos. Podía sentir su respiración en mi cuello y sus pensamientos penetrar en los míos; pero había algo que estaba mal.
Entre los gemidos podía ver como su voz transformada en la de Lilith por culpa de su cabello del color del fuego y su necesidad de mantenerse sobre mi me invitaba a recorrer los callejones que aparecen cuando la luna, gloriosa en lo alto el cielo, llama a las criaturas de la noche que habitan en mi mente a congregarse en aquel extraño ritual pagano al cual asisto cuando mi corazón se siente abatido por la crueldad de la realidad.
Lentamente acercó sus dulces y traicioneros labios a mi oído para decirme todas esas hermosas mentiras que me gustan escuchar… esas mentiras que hacían que por breves segundos mi corazón se llene de todas esas sensaciones que inundaron mi alma hace tanto tiempo.
La miraba, la miraba sin cesar esperando que abra los ojos y mire hacia arriba para buscar mi mirada y así poder decirnos en silencio todas esas mentiras que guardábamos para ese momento especial en el que imaginamos una realidad diferente donde olvidar un dolor no requiere del tortuoso e interminable pasar de los eones.
Llego el momento final. Deje de sentir sus dulces y traicioneros labios y la espera termino: abrió sus ojos buscando los míos junto una pequeña sonrisa la cual le devolví con esas maravillosas mentiras que queríamos escuchar.


Lucas S.J. Silva Sapia
15 de Septiembre de 2008


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